La actividad resultó ser dividirnos en grupos de 5, pero en mi caso de 4, y crear a partir de esas 4 o 5 cajas, 4 o 5 cosas completamente distintas Algunos grupos trabajaban en 2 y 3, otros individualmente, y otros completamente en grupo. En mi caso, era todo en grupo.
Comenzó con lo que se pedía, una lluvia de ideas, que fue llevada a cabo dando muchas soluciones distintas a cada caja. Finalmente optamos por 4, pero no supimos la 4ª hasta el final. Nos costó elegir porque se ponían en juego la estética que pudiera tener cada figura, la dificultad de llevar a cabo la elaboración o la cantidad de tiempo necesaria. Quizás escoger y ponerse manos a la obra fue lo más difícil.
Ya después cuando estuvimos montando las figuras e iban quedando cosas que nos iban gustando, empezó a ser entretenido y nos gustó al final bastante.
Tras esta experiencia hemos comprobado casi todos que cuando hay varias cabezas pensando sobre lo mismo, salen más ideas, y a la vez ideas más complejas; más porque más somos, y más complejas porque las transformamos añadiéndole cosas.
Bien es cierto que no siempre es así, ya que a veces la idea inicial es la que no se debe tocar y dejarse como está. Así que supongo que a la hora de trabajar en grupo, lo fundamental es saber poner un tope a las ideas antes de ser llevadas a cabo. De ese modo se optimizaría bastante el trabajo colectivo, eliminándose la única pega que tiene, por así decirlo.
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