Al margen de las grandes figuras mediáticas de la arquitectura, como Rem Koolhaas (OMA-AMO) o Bjarke Ingels (BIG) los cuáles convencen a cualquiera , la arquitectura debe retomar el contacto con el cliente, ya que el distanciamiento entre ambos no es para nada deseable. No se trata de una batalla por ver quién impone sus ideas, debe ser un dialogo en el que ambos se encuentren cómodos y el resultado sea gratificante para ambas partes, incluso más que si impones tus ideas, ya que siempre es más gratificante para un arquitecto que valoren su obra y para el usuario formar parte de algo propio. Esto supone un sacrificio de ambos: el arquitecto debe olvidar sus manías y centrarse en la vida, algo que todo arquitecto debería tener muy en cuenta, ya que la arquitectura sin vida no tiene sentido. Por su parte, el cliente y usuario, debe confiar en el arquitecto, el cual es una persona sensible y conocedora de multitud de soluciones a los problemas.
Sin duda el ego nunca debe interponerse a nada.
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